El concepto «Zona de confort» ha adquirido en los últimos años una gran representatividad en nuestra sociedad, y es que vivimos en un momento en el que tenemos la posibilidad de refugiarnos y limitar los riesgos en nuestra vida, pero esto se puede acabar convirtiendo en un arma de doble filo. Por esa razón, vamos a ayudaros a conocer mejor lo que es esta zona, por qué existe, a detectar si nos encontramos sumidos en ella, y también aprenderemos algunos trucos para poder salir y recuperar todo lo que hemos ido dejando apartado.
Qué es la zona de confort
Debemos entender la zona de confort como la elección de comportamientos a través de los cuales mantenemos un nivel de ansiedad nivelado, evitando los riesgos y favoreciendo, de esta forma, la rutina.
Según la psicología, se trata de un estado mental en el que nos mantenemos en forma pasiva frente a lo que ocurre a nuestro alrededor a lo largo de la vida.
De esta forma, optamos por la rutina, evitando tanto los riesgos como los sobresaltos, lo que finalmente se traduce en que tampoco recibimos incentivos.
Pese a la estabilidad que se consigue al optar por no salir de la zona de confort, lo cierto es que la rutina nos puede llevar a problemas psicológicos que pueden ir desde la apatía hasta la depresión en los casos más extremos.
Básicamente, hablamos de ese lugar en el que nos sentimos seguros, donde tenemos la sensación de que no vamos a sumergirnos en ningún tipo de riesgo.
Como podemos observar, esto da lugar a la dependencia a lugares específicos y comportamientos concretos.
Por ejemplo, sentirnos seguros en casa, no cambiar de trabajo, y en general, reducir nuestra experiencias a sitios y comportamientos muy determinados.
Por qué es importante aprender a salir de ella
Uno de los principales problemas que nacen a partir de la permanencia en la zona de confort, es el hecho de que vamos a crear dependencias, tal y como comentábamos en el apartado anterior.
Por ejemplo, podemos crear la dependencia a sentirnos seguros tan sólo en nuestro hogar, lo cual hace que maximicemos la sensación de riesgo cuando no estamos dentro de él.
De igual manera, nos limitamos en nuestras acciones, hasta el punto que preferimos optar por el conformismo que buscar superar los problemas y los miedos que sufrimos.
Esto hace que no podamos conocer otros escenarios que pueden ser muy productivos para nosotros, lo que se traduce en que, cada vez, estamos más limitados y acumulamos mayores miedos a salir de nuestro círculo.
Cuáles son los beneficios de salir de tu zona de confort
Antes os hemos explicado las razones por las que tenemos que aprender a salir de esa zona en la que nos sentimos sobreprotegidos.
Sin embargo, ahora vamos a estudiar los beneficios que nos aporta entrar, de forma escalonada y alternada, a la zona de riesgo:
- Si estamos acostumbrados a salir a la zona de riesgo, en el caso de que vengan épocas más complicadas, estaremos preparados para hacer frente a los problemas.
- Una de las primeras cosas que vamos a notar es que, al ir alternando, conseguiremos obtener más beneficios, ya que, al arriesgarnos más, también obtendremos más recompensas.
- Entrar de vez en cuando a la zona de riesgo, nos ayudará a establecer cada vez unos límites más amplios, es decir, podremos llegar más allá sin que por ello nuestra ansiedad aumente.
- Salir también nos va a permitir conocer cosas nuevas, lo que se traduce en un aumento de las ideas y de la creatividad, lo que viene a abrir nuevas puertas.
- Ni que decir tiene que, si aceptamos nuevos retos, también vamos a fortalecer la confianza en nosotros mismos, lo que hará que perdamos el miedo a lo desconocido.
- Otra ventaja es que vas a notar que aprovechas mucho más la vida. No te sientes tan limitado, ni vacío, sino que notas que recibes nuevas energías que se traducen en ganas de hacer cosas.
- Por otra parte, el reto también se va a encargar de sacar de nosotros mismos lo mejor, lo que significa que desarrollaremos de forma mucho más efectiva nuestras capacidades cognitivas, mantendremos nuestra mente activa, y obtendremos una mayor estimulación en todos los ámbitos.
- Esto también nos va a llevar a envejecer con una mejor calidad de vida y, según diversos estudios, también ampliarla.
- Evitaremos la dependencia que nos lleva a temer los cambios en nuestro día a día, lo cual nos prepara para hacer frente a los problemas de un modo mucho más efectivo.
- Nos sentiremos más fuertes y valientes, perdiendo el miedo y aprendiendo a regular de forma automática nuestra ansiedad, evitando que se desboque en los momentos clave.
- Vas a tener un mejor desarrollo personal, pudiendo acceder a todo aquello que, de otra forma, no formaría parte de tu vida.
- Te va a permitir conocer gente nueva, con la que también vas a vivir nuevas experiencias.
- Ampliarás tus puntos de mira acerca del mundo que te rodea.
Como podemos ver, los beneficios son muchos, pero claro, para ello debemos tener en cuenta algunos aspectos más como los que os vamos a detallar en los siguientes apartados, y que os recomendamos que leáis con detenimiento.
Distingue entre zona de confort, zona de riesgo y zona de pánico
Para que os podáis hacer una idea, nuestro comportamiento para con el entorno se puede dividir en tres zonas que son la de confort, la de riesgo y la de pánico.
- Zona de confort: se trata del lugar en el que nos sentimos protegidos, donde se establece la rutina y nuestro nivel de ansiedad es bajo.
- Zona de riesgo: es el lugar donde arriesgamos, donde hacemos frente a los desafíos y, de esta forma, conseguimos crecer como personas. Es un lugar donde el nivel de ansiedad es algo elevado.
- Zona de pánico: este es el punto en el que pasamos al extremo opuesto, es decir, donde sentimos miedo e incluso podemos llegar a paralizarnos. El nivel de ansiedad en estos casos es muy alto.
Como podemos observar, lo ideal es ir combinando entre las zonas de confort y de riesgo, evitando siempre la zona de pánico, la cual, si nos exponemos en exceso a ella, nos puede acabar empujando a que entremos a la de confort y temamos salir de ella.
Por eso hay que llevar mucho cuidado, y entender que salir de la zona considerada de confort, no implica pasarnos de rosca y subir a la de pánico, ya que puede ser peor el remedio que la enfermedad.
Como podéis imaginar, estas tres zonas tendrán un ámbito diferente dependiendo de cada uno, razón por la cual es importante conocerlas y poder delimitarlas de forma efectiva.
Es tan importante aprender a vivir en la zona de confort como fuera de ella
Es importante que tengamos en cuenta que, de la misma forma que es importante vivir fuera de la zona de confort, también lo es el vivir dentro de ella.
Es decir, no podemos convertir el hecho de salir en una obsesión, sino que deberemos volver e ir intercalando entre ambas zonas.
Básicamente, lo que intentamos transmitiros es que no debemos considerar la zona de confort como un lugar que rechazar, sino todo lo contrario, ya que es el lugar al que debemos volver de vez en cuando para reducir nuestro estrés y permitir que las cosas nuevas nos sigan impresionando.
Cómo podemos saber si estamos limitados dentro de esta zona
Existen distintos signos que pueden ser los que nos ayuden a entender que nos encontramos limitados a nuestra zona de confort, de los cuales, destacamos los siguientes:
- Si echas la vista atrás, ves que no has evolucionado emocionalmente.
- Tampoco has conseguido un avance a nivel intelectual.
- Cuando hay nuevas ideas en tu entorno, eres incapaz de valorarlas por miedo a aceptarlas.
- Tienes unas creencias muy estructuradas de las que no quieres salir.
- Dejas pasar oportunidades por el miedo a lo que puedas perder en el intento.
- No quieres asumir riesgos porque piensas que no vale la pena arriesgar a perder nada de lo que tienes.
- Mantienes una rutina constante en el día a día.
- Has perdido la capacidad de encontrar cosas que te estimulen.
- Te has aislado de la vida y de las nuevas experiencias.
- Tienes la sensación de que necesitas algo más, pero no sabes lo que es.
- Siempre que descubres algo que te interesa o que te gustaría, automáticamente piensas que es mejor dejarlo para más adelante.
- Cuando salen planes interesantes, los rechazas porque no quieres que rompan tu rutina habitual.
- Abusas mucho de la procrastinación.
- No te sientes cómodo ni realizado con lo que haces en tu día a día.
- Prefieres no perder un poco a cambio de la posibilidad de ganar mucho.
Si sientes uno o varios de estos signos, puede significar tres cosas:
- Estás adaptándote a no salir de tu zona de confort.
- Has comenzado a sentir miedo al plantearte el salir de tu zona de confort.
- El problema se ha desarrollado ya, y esto hace que sientas miedo a cualquier cosa que pueda romper con tu rutina.
Sea cual sea la fase en la que te encuentres, siempre existen salidas para este problema, incluso cuando ya lo hemos asumido y nos sentimos completamente fagocitados por él.
Sin embargo, es evidente que, dependiendo del grado en el que nos haya absorbido, el salir será un proceso más sencillo o más complicado, podremos hacerlo solos o necesitaremos ayuda tanto de nuestras personas queridas como ayuda profesional, o incluso, tardaremos más o menos tiempo en conseguirlo.
De cualquier manera, es importante que entendamos que romper con la adicción a la zona de confort es posible, y a continuación os vamos a dar una serie de claves que deberéis ir adoptando en vuestro día a día para conseguirlo.
Consejos para salir de la zona de confort
Como os comentábamos antes, la facilidad o complejidad para poder salir de la zona de confort va a estar determinada en función del grado en el que nos haya atrapado, e incluso, en si se han desarrollado problemas paralelos o no.
En este sentido, estos consejos que os vamos a dar a continuación, son los que básicamente deberéis seguir para lograr salir de esta zona tan limitada.
Eso no significa que todos los afectados puedan aplicarlos con la misma facilidad, ya que por ejemplo, si hemos desarrollado una depresión o una fobia, evidentemente, el tratamiento se verá condicionado al modo en que podemos o no llevar a cabo estos consejos.
Por ejemplo, si tenemos miedo a salir al exterior y hacer frente a nuevos retos, esto lo deberemos tratar de la forma que sea más conveniente para nosotros.
De esta manera, lo que debemos entender es que estos consejos son la base, lo que tenemos que hacer para solventar nuestro problema, pero en cada caso, el camino para seguirlos podrá variar y adaptarse a nuestras necesidades reales.
Aprende a establecer desafíos y a hacerles frente
Uno de los mayores temores que tenemos a día de hoy es la ansiedad, y es que, debido al ritmo de vida y a las obligaciones, problemas y responsabilidades, nuestro nivel es bastante habitual que ya sea algo más elevado de lo normal.
Pero el problema es que, si nos mantenemos en la zona de confort precisamente para evitar esta ansiedad, al final es un problema que se retroalimenta, es decir, cuanto menos nos expongamos a esos pequeños aumentos de ansiedad, mayor será la ansiedad que sintamos ante cualquier cambio que tenga lugar en nuestras vidas.
Es por ello que debemos aprender a establecer una serie de desafíos que nos lleven a aumentar la ansiedad en determinados momentos, consiguiendo de esta forma ir adaptándonos a los cambios.
Evidentemente, los desafíos que debemos establecer deberán ir en consonancia con nuestro estado actual.
Es decir, si ya nos encontramos demasiado tiempo sin salir de nuestra zona de confort, no busquemos retos que supongan un aumento de la ansiedad radical y brusco, sino que iremos estableciendo pequeños desafíos que, poco a poco, nos permitan ir aumentando los niveles de ansiedad sin riesgos.
Haz cosas que nunca antes te hubieses planteado
Una buena forma de empezar a cambiar nuestra vida, es realizando aquellas cosas que nunca antes se nos hubiesen pasado por la cabeza.
Por ejemplo, si no te gusta bailar, quizás sea un buen momento para recibir unas clases de baile.
Si nunca te ha llamado la atención un determinado deporte, quizás sea el momento de empezar a practicarlo.
De hecho, el deporte así como las actividades que nos empujan a salir y compartir ratos con otras personas, son un modo fantástico de romper con la monotonía y con nuestra zona de confort.
Para cambiar tu interior, debes empezar modificando el exterior
No podemos cambiar la forma en que vemos la vida si la seguimos conservando tan y como estaba en nuestros momentos de negatividad.
Esto significa que tenemos que cambiar nuestra vida, nuestro día a día, y para ello vamos a actuar tanto en relación con la decoración de nuestro entorno, como en relación con lo que hacemos habitualmente.
Rompe la monotonía, cambia el orden de las cosas en casa, busca más luz, modifica la decoración… y por supuesto, deja de hacer siempre lo mismo.
Esto significa que, para ir a trabajar, hoy no cojas el coche, coge la moto, o el autobús… cambia los recorridos habituales, sal por sitios diferentes, ve a restaurantes en los que nunca has entrado… todo esto tiene una influencia mucho más positiva en ti de lo que puedas imaginar.
Lucha contra las excusas que hasta ahora sólo han sido tus enemigas
Lo peor es que, aunque intentemos cambiar nuestra vida como lo estamos haciendo, enseguida llegan las excusas… nuestras peores enemigas, y una de las razones por las que estamos en la situación en la que nos encontramos.
A partir de ahora, vamos a preparar un listado con todas las excusas que solemos utilizar para evitar hacer cosas diferentes, de manera que las vamos a desactivar.
Es decir, ya no las vamos a utilizar para justificar que queremos estar más cómodos, sino que las vamos a ignorar porque no las vamos a dar por válidas.
Es el momento de abrirte a conocer gente nueva
Conocer gente nueva es algo fantástico, y que sin ser un riesgo alto, implica un cambio muy representativo en nuestras vidas.
De hecho, es una de las claves para poder romper con la monotonía y encontrar nuevas experiencias en la vida.
Eso sí, en todo momento tenemos que buscar la máxima naturalidad.
Seguramente, lo que más miedo nos da es la aceptación, ya que nos hemos encerrado mucho en nosotros mismos, de manera que intentamos representar el papel perfecto que creemos que gustará a todos, y ya os digo desde aquí, que ese papel no le gusta a nadie.
Tenemos que ser tal cual somos, nosotros mismos, sin forzar nada, con lo bueno y con lo malo, ya que sólo así nos sentiremos cómodos en la relación que estamos estableciendo.
Cuando fingimos ser de una manera que no somos, la ansiedad siempre está en límites muy altos, ya que es un reto muy considerable.
Sin embargo, de esta forma, lo que vamos a hacer es pasar un buen rato con alguien (tanto si lo conocemos como si no), lo cual no sólo nos va a beneficiar, sino que también nos hará disfrutar.
Reflexiona, razona, medita y aprovecha tu inteligencia para reforzar tu decisión
Pero todo esto no lo vamos a conseguir consolidar adecuadamente si no reforzamos nuestras convicciones.
Por ejemplo, debemos dedicar cada día un rato a reflexionar, a razonar nuestras decisiones, el cambio que queremos llevar a cabo… a meditar lo que buscamos realmente en nuestra vida, y en cómo lo vamos a alcanzar.
Pero mucho cuidado con esto, es decir, no debemos dejar que se convierta en una obsesión.
Esto significa que lo que hay que hacer es analizarnos y buscar conocernos mejor, aceptar nuestros errores y equivocaciones, fortalecer nuestros puntos positivos, y en definitiva, intentar asentar en nosotros esa búsqueda del autoconocimiento y de la felicidad, para lo cual ya os digo que vais a necesitar mucho tiempo, pero conforme lo vayáis consiguiendo, veréis que vuestra vida cambia de un modo sorprendente.
Y por supuesto, no olvides que las personas que te rodean son un arma muy a valorar para conseguir alcanzar tus objetivos, que en primer lugar pasarán por aprender a salir de tu zona de confort y a disfrutar de la vida tal y como te mereces.
No tengas nunca miedo, y prepárate para vivir la vida de un modo mucho más pleno y satisfactorio.
Encuentra material para aprender más sobre autoayuda
En el apartado de autoayuda podréis encontrar un montón de información interesante, y aprovechamos para facilitaros más contenido relacionado: